CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO

Existen dos conocimientos, el del ojo y el del corazón. El primero lo percibimos por los sentidos físicos y el segundo por la presencia de Dios mismo en nuestro corazón.  La falsa y aparente sabiduría del ojo nos imposibilita para poseer la verdad ya que su única fuente de información son los 5 sentidos y el intelecto animal manipulado por el EGO o yoes psicológicos (Demonio), fundamentados estos a su vez en los siete pecados capitales (defectos).

En cambio, la sabiduría del corazón nos hace realmente sabios  por que nos permite correr el velo de la ignorancia para conocer y experimentar  los grandiosos misterios de la vida y la muerte.

Por ejemplo, sufrimos y no sabemos cómo cambiar ese destino, porque desconocemos la Ley del karma, que es la ley del talión: “ojo por ojo, diente por diente”. Desconocemos la ley de causa y efecto.  Padecemos por los efectos pero ignoramos las causas.

También por ignorancia, y hasta por terquedad, desconocemos que somos almas que van por ahí con la conciencia dormida;  perdemos  las llaves, olvidamos una cita importante por estar pensando en las deudas, dejamos quemar el café, etc, etc. Nunca estamos concientes de lo que estamos haciendo en el momento presente.

Y lo peor, esa falta de conciencia no es solamente en el plano físico, sino también en el astral y etérico, cuando soñamos mientras el cuerpo físico duerme.

El CONOCIEMIENTO DE SÍ MISMO o DESPERTAR DE LA CONCIENCIA, nos lleva a practicar la doctrina universal del gran Maestro JESÚS: “Amaos los unos a los otros”, “Buscad el reino de Dios (dentro da cada corazón) y el resto se os dará por añadidura”.  Sólo en DIOS se encuentra el verdadero conocimiento y la verdadera sabiduría, la verdadera CONCIENCIA DE SER.

A través del “conocimiento de sí mismo” podemos llegar a la autorrealización íntima (del Ser) sabiendo  ¿quién soy?, ¿a qué vine?,    ¿de dónde vengo, y hacia dónde voy?